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“La epidemia Covid-19 ha puesto en evidencia los grandes agujeros del queso gruyere que tienen las estrategias de seguridad del paciente”

La epidemia por el Covid-19 está poniendo a prueba el sistema sanitario. El  Dr. Santiago Tomás,  a partir de su experiencia personal desde la asistencia a pacientes afectados por Covid-19, comparte sus reflexiones sobre la situación de la seguridad del paciente derivada de esta epidemia. 

Santiago Tomás es Doctor en Medicina, médico especialista en Medicina interna,  Máster en Metodología y Gestión de la Calidad Asistencial (UAB). Fue Coordinador del Programa SEMES Seguridad del Paciente en Urgencias (2008-2013). Es miembro de la WHO Global Patient Safety Network y Coordinador Académico del Postgrado en Seguridad del Paciente- Escuela de Salud Tecnocampus (Universidad Pompeu Fabra). Ejerce como Jefe de la Unidad de Calidad y Seguridad del Paciente de Badalona Serveis Assistencials y es a su vez Director de la Fundación por la Investigación Docencia e Innovación en Seguridad del Paciente (FIDISP). 

“Desde hace varios meses estamos viviendo una situación qué ha cambiado todo el paradigma de la asistencia sanitaria, la actividad económica y la vida social a nivel mundial. La pandemia por la infección del virus Covid-19 ha puesto en tensión a todos los sistemas sanitarios sin excepción. Estamos viviendo una situación insólita, con un número elevadísimo de personas afectadas, falta de material de protección y de equipamientos suficientes para atender a los pacientes, necesidades elevadas de consumos de fármacos y con riesgos de desabastecimientos que amenazan en diversas zonas. A su vez, hemos de añadir, además, el poco conocimiento que, progresivamente, vamos adquiriendo sobre las características del virus y la infección que provoca. Todo ellos son factores que están condicionando la respuesta sanitaria en estos momentos.

A ello hay que sumarle tres condiciones latentes que estaban escondidas y que han surgido quitándose el antifaz y descubriendo la cruda realidad: en primer lugar los déficits organizativos de los sistemas sanitarios, que considerábamos excelentes (¡y nos lo creíamos!) y cuya gestión es responsabilidad de políticos y gestores sanitarios que no han sabido ver bien, o han menospreciado, lo que nos venía encima; en segundo lugar el número de profesionales sanitarios, insuficientes a todas luces para atender la presión asistencial que incrementa día a día (y que han estado “maltratados” durante años bajo condiciones profesionales limitadas por recortes, a pesar de sus reclamaciones) y a cuyas espaldas hemos depositado todo el peso de la batalla a pesar de no haber recibido los medios para protegerse o incluso su propia irresponsabilidad de no haber tomado las precauciones necesarias en los inicios de la epidemia, y, en tercer lugar, lo más grave de todo: la existencia de una población que confiaba en el sistema, en una sociedad del bienestar, con una elevada edad de supervivencia, y que se ha encontrado ahora totalmente vulnerable, a la que no podemos atender en las mejores condiciones que se merecen, y sobre la cual los médicos tenemos que tomar decisiones éticamente muy difíciles para poder salvar el máximo número de vidas de una sociedad, que, ahora, se encuentra enferma y sin recursos.

Ante este marco, ante estos hechos y condiciones…. ¿podemos seguir hablando en estos momentos de la “seguridad del paciente” o de “prevención de la iatrogenia? ¿Es verdaderamente el momento para considerarlo?  ¿podremos, cuando todo pase, o tal vez tan solo se calme, volver a hablar, filosofar y pedir que los profesionales, las organizaciones y, los gobiernos, que deben de seguir desarrollando los mismos planes estratégicos sobre seguridad del paciente en idénticos términos a los que estábamos siguiendo hasta diciembre de 2019? Probablemente no, probablemente sí, o tal vez habremos de cambiar nuestra forma de hacer….

En los últimos catorce años me he venido involucrando en el concepto de la seguridad del paciente, por considerarlo como un pilar básico y necesario para ofrecer una asistencia de calidad, pasando por diversas etapas profesionales en este campo. Ante la situación actual he vuelto a la asistencia directa viviendo día a día los problemas para atender y conseguir la curación (o supervivencia) de los pacientes infectados por covid19. Diariamente, al salir del hospital, las intensas experiencias vividas surgen de nuevo reflexionando y cuestionando el concepto de la seguridad del paciente preguntándome cómo tendremos que afrontarla después de que el “tsunami Covid-19” nos haya arrasado y tengamos que reconstruir todo de nuevo. Permítanme que comparta con todos estas reflexiones…

Varias enseñanzas sobre lo que estábamos haciendo y cómo lo hacíamos nos está señalando este virus. El virus nos ha dejado a todos en evidencia: hemos suspendido la asignatura Seguridad del Paciente. La primera reflexión que pasa por la cabeza de uno es dónde queda el concepto de “crear una cultura de seguridad del paciente en los profesionales y organizaciones” y “desarrollar e implantar prácticas clínicas seguras”, frases que todos hemos usado e hinchado en nuestros debates, pero que ahora han quedado totalmente en un decepcionante fracaso. La infección por el Covid-19 es una consecuencia clara del fiasco de estos mensajes y de estas estrategias; tomemos como ejemplo el lavado de manos: campañas que todas las organizaciones han fomentado sin éxito, gastándose miles de millones de euros anuales en todos los países, sin la valentía de evaluaciones periódicas e incluso sin atreverse a penalizaciones a las organizaciones y profesionales por no cumplirlas: fracaso total y absoluto (¿sólo nos lavábamos las manos en la fiesta del cinco de mayo…?). Y culpa también de los mismos profesionales, por incumplimiento, por no creer en ellas… y ya no hablemos de la población en sí misma. Al final resulta que la mejor campaña del lavado de manos se ha desarrollado en el 2020 y la ha tenido que diseñar un virus para que nos la creamos. Ahora todos nos hemos dado cuenta de su importancia…. ¡Demasiado tarde! Pero de todo se aprende… y tenemos una nueva oportunidad…

Otro tema de reflexión interna que me corroe el pensamiento estos días es el concepto de las segundas víctimas… ¿podremos seguir hablando de “segundas víctimas” de la misma manera? ¿Y en qué términos? En cuanto que las segundas víctimas (entendiendo por tal los profesionales que se han visto involucrados en un error o en un evento adverso y su repercusión psicológica, emocional y profesional), pueden serlo, en estos momentos, tanto por errores asistenciales como por la toma de decisiones éticamente discutibles, forzadas por la actual situación de escasez de recursos que está obligando a tomar limitaciones terapéuticas en determinados grupos poblacionales, atendiendo a la edad y condiciones clínicas previas, como ya se han conocido o visto publicadas. Es decir, riesgo de decisiones que pueden condicionar la vida de una tercera persona. Dicho hecho conlleva al profesional un trauma psicológico y tal vez repercusiones legales, ante unas acciones que se ve obligado a tomar en contra de su voluntad. Y no olvidemos dos fenómenos más que se están produciendo en esta situación: por un lado, el profesional se convierte también en primeras víctimas cuando enferman por contagio del virus por exposición de riesgos o falta de material suficiente, (como son las EPI), y por otra parte,  las situaciones de estrés agudo en trabajadores sanitarios motivados por la situación límite de trabajo, el miedo a enfermar y/o contagiar a sus familiares próximos, las bajas de los compañeros, o la sensación de impotencia, que motivarán -y de hecho ya han surgido iniciativas- enfoques multidisciplinares para atender y reducir el riesgo de estrés agudo.

¿Y hacia dónde vamos? No lo sabemos, pero están surgiendo muchísimos temas que van generan y generarán debate en los próximos días, meses y años…. probablemente el discurso de la seguridad del paciente y de la prevención de la iatrogenia está condenado a cambiar a partir de ahora. Preguntas sin respuestas, o acciones que hasta ahora se consideraban inconcebibles por “afectar a la seguridad del paciente” se están realizando bajo el objetivo de “salvar la vida del paciente”. Y a modo de reflexiones y preguntas, me atrevo a realizar un listado de las mismas, sin respuesta todavía para muchas de ellas, para estudiar, debatir y tratar después de la experiencia adquirida durante estos días:

  • ¿Qué papel tienen en estas condiciones el consentimiento informado? Estamos prescribiendo y administrando medicaciones a título casi experimental (antiretrovirales, interferón -β1b, tocilizumab…) por lo que hay que solicitar consentimiento al paciente: ¿Es correcto pedírselo cuándo éste está temiendo por su vida, cuando éste se encuentra bajo los efectos de hipoxia y fracaso respiratorio? ¿el consentimiento debe ser oral o escrito? ¿es válida la prescripción y administración de estos fármacos sin pedir el consentimiento, como ya se está haciendo en muchos casos, dada la situación grave hacia la que evolucionan en muchos casos?
  • ¿Estamos siguiendo unas prácticas seguras con el uso de la medicación? Probablemente exista en estos momentos una reducción de los errores de medicación relacionados con la prescripción y la administración dada la intensidad y especificidad de los tratamientos, pero también por su personalización. Además, los protocolos y las pautas a seguir dejan poco margen para el error. Sin embargo, se detectan relajación en otras terapéuticas coadyuvantes. Recientemente un compañero manifestaba que le importaba poco si las glicemias eran elevadas por culpa de los “megabolos” de corticoides, puesto que lo importante era salvar al paciente del fracaso respiratorio… Un aspecto que tal vez se está teniendo en cuenta en algunas zonas bien coordinadas entre la atención especializada y la primaria es la conciliación de la medicación. Los pacientes dados de alta con medicación anti -Covid-19 precisan de una continuidad asistencial posterior por atención primaria siendo imprescindible tal conciliación. En este aspecto su puesta en marcha está facilitando dicha práctica. Se ha mejorado también el seguimiento y monitorización del paciente (el seguimiento del Q-T en los pacientes con tratamiento antiretroviral y la hidroxicloroquina o la monitorización de las transaminasas por citar algunos ejemplos…). El papel del farmacéutico hospitalario en esta epidemia es ESENCIAL y su labor integrada en los equipos asistenciales está siendo de gran ayuda a todos los clínicos. Probablemente el riesgo más elevado en estos momentos está relacionado con los desabastecimientos, algunos de los cuales ya se han hecho  públicos: midazolam, hidroxicloroquina, preparados de dosis altas de corticoides, azitromicina… El intento de profesionales sanitarios y de la población conocedor del tema por redes sociales, de abastecerse para su posible uso personal en caso de contagio ha llevado al Ministerio a regular la dispensación de este tipo de fármacos solo desde el ámbito hospitalario ¿es éticamente reprobable quien ya se había abastecido en detrimento de posibles enfermos que podrían haberse beneficiado?
  • Durante años se ha considerado la vacunación antigripal del personal sanitario como una práctica segura, pero su grado de cumplimiento ha sido bajo y se ha cuestionado su eficacia…. cuando se descubra y esté disponible la vacuna anti – Covid-19 ¿mantendremos los profesionales que no hayan pasado la enfermedad la misma actitud? Por cierto, el promedio para una vacuna ponerla a disposición de la población es de 18 meses… ¿si la implantamos precozmente sin las suficientes pruebas de seguridad estaremos incurriendo en riesgos que afectarían a la seguridad del paciente y a la ética clínica?
  • ¿Será una práctica segura realizar screening covid19 a toda la población? ¿y si la hacemos de este virus…. por qué no de otros?
  • ¿Tendrán que separarse en los hospitales los pacientes Covid-19 negativos o que no tengan inmunidad al mismo para garantizar la seguridad del paciente?
  • ¿Debemos considerar los efectos secundarios de las terapias realizadas como eventos adversos o bien son daños intrínsecos a las mismas que no se han de considerar como iatrogenia?. Por ejemplo, polineuropatías y miopatías en pacientes críticos por largas estancias en UCI, hepatopatías por antiretrovirales, neuropatía óptica isquémica por las posiciones imprescindibles para asegurar la oxigenación, arritmias, etc
  • ¿El papel que están jugando las redes sociales, con información médica diversa generada por profesionales con la mejor de las intenciones mezcladas con otras de dudosa fuente o fiabilidad comporta también un problema de seguridad del paciente al inducir a realizar acciones no validadas o sin evidencia científica? ¿quién valida la seguridad del contenido científico de las App médicas o de salud?
  • ¿Estamos potenciando o abandonando el concepto de humanización de los cuidados? El distanciamiento y las barreras de protección y de comunicación entre profesionales y pacientes durante su ingreso ¿genera eventos adversos de índole psicológico sobre el paciente? ¿Estamos modificando la relación médico-paciente a favor de alternativas distantes?
  • ¿De verdad sirven para algo los sistemas de notificación? ¿qué estamos notificando estos días? ¿tenemos tiempo para hacerlo?… probablemente esta situación de  emergencia sanitaria demuestra que los modelos de notificación diseñados hasta la fecha (y que tienen poca implantación entre los profesionales) son también elementos ineficaces para controlar la seguridad del paciente cuando el sistema se desborda. Tal vez habrá que diseñar modelos nuevos, de declaración rápida, breve, concisa y fácil para el profesional si queremos mantener su papel como herramienta básica y a su vez práctica segura.

He dejado para el final hablar de la sobrecarga asistencial y los ratios de personal. Este ha sido un tema altamente debatido en todos los foros sobre seguridad del paciente: ¿hasta qué punto la sobrecarga asistencial es la causa de los problemas de seguridad evidenciados o bien es la excusa en la que nos refugiamos muchas veces para justificar la aparición de eventos adversos? La respuesta en muchas ocasiones es difícil y ello ha llevado a que aconsejemos siempre a los profesionales que adopten el máximo de prácticas seguras, para asegurar que al menos, lo que depende de ellos y que por tanto está en sus manos, es aplicado ayudando a reducir la aparición de riesgos. En las circunstancias actuales defender tales postulados se hace más complejo, pues ha
quedado claro que ante una emergencia sanitaria, la sobrecarga asistencial se convierte en uno de los factores de mayor peso que pone en riesgo la calidad de la asistencia. Está claro que este concepto cogerá una importancia exponencial en los futuros debates sobre la prevención de los riesgos asistenciales, la iatrogenia y la seguridad del paciente. 

En conclusión, la epidemia por Covid-19 ha puesto en evidencia los grandes agujeros del queso gruyere que tienen las estrategias de seguridad del paciente conocidas y aplicadas hasta ahora. La teoría del queso suizo descrita por James Reason se vuelve para aplicarse a si misma, invitando a que modifiquemos los modelos en el futuro… porque ahora estamos muy ocupados intentando combatir la pandemia”.

Created date 8 abril, 2020 Updated date 10 abril, 2020 Author Noticias , , , , , , , , , ,
Sobre Santiago Tomás

17 Comentarios
  1. Enhorabuena por el artículo. Mi aportación: Tal vez habrá que introducir nuevos conceptos, como por ejemplo, el cribaje covid19 en el check list quirúrgico por el riesgo de contaminar tanto respiradores como al propio personal, o la inclusión de las mascarillas como una barrera obligatoria en el trabajo diario de todos los profesionales, tanto para evitar contagios a los pacientes como para evitar ser contagiados.

  2. recomiendo este artículo leído hoy: La gestión del coronavirus es el mayor fracaso en políticas científicas de nuestra generación.
    Consultable en : https://www.eldiario.es/theguardian/gestion-coronavirus-politicas-cientificas-generacion_0_1015248658.html

  3. Julián Alcaraz Martinez 16 abril, 2020 at 11:01 am

    Desde luego, al igual que otros aspectos, la seguridad del paciente se ha visto desbordada con esta epidemia. Me parecen unas reflexiones muy pertinentes de un experto en seguridad del paciente con experiencia asistencial más que sobrada. Quiero aportar algo, desde mi punto de vista, que desde luego no contradice a estas reflexiones del Dr. Tomás, con el que he tenido el placer de trabajar en algunos proyectos.
    Muchas veces la premura por actuar ha hecho que se olviden elementos que no se consideraran importantes (cultura de seguridad del paciente) y no se tuviera en cuenta, al principio, al paciente como una persona, sino como una fuente de contagio (es una exageración, pero en alguna ocasión me ha rondado por la cabeza ante ciertas actitudes). El miedo ha hecho en que pensemos en no contagiarnos. Y es normal. Miedo a morir, miedo a enfermar, miedo a contagiar a la familia y, solo después, miedo a no tratar bien al paciente. Un miedo racional, que yo también he tenido, que ha hecho que se den situaciones donde el paciente no estaba en el centro de la actuación. Eso lo vi al principio y estaba horrorizado. También hay que decir que eso dio paso a una segunda fase de dar un paso al frente y lanzarse a tratar de la mejor manera que supiéramos y con los medios que tuviésemos, a estos pacientes que estaban justo en la situación que queríamos nosotros evitar y nos buscaban como única salida. La empatía era inevitable y necesaria, pero no condición suficiente para hacer las cosas de forma reglada y conveniente, en todos los casos.
    Se ha optado por recoger protocolos sin pararse a valorar su validez, usar material sin comprobar si estaba o no homologado, a poner tratamientos antes de tener seguridad de si eran útiles, a proponer uso de sistemas de ventilación usando elementos como máscaras de buceo o propuestas para cerrar válvulas de exhalación que son mecanismos de seguridad para el paciente, por miedo a que generen aerosoles con virus, poniendo paños o alfombras en el suelo con líquidos diversos, sin pensar en el riesgo de las caídas (de pacientes y profesionales). Asumiendo un nivel de riesgo inaceptable en circunstancias normales. Estas no lo eran. Y todo esto creo que se ha hecho de buena fe, intentando hacer todo lo mejor posible.
    Hemos visto más unida que nunca la seguridad del paciente y del profesional, con un manejo diferenciado. La del profesional regulada por normas, leyes y técnicos preparados específicamente, con evaluaciones de riesgos específicas y obligatorias, si bien esto no ha evitado que las medidas se usasen en ocasiones inadecuadamente, tanto por defecto como por exceso. Mientras, la seguridad del paciente está mucho menos regulada, y con estructuras más o menos potentes o incluso inexistentes, en función de la voluntad de determinados centros. Se ha puesto, en mi modesta opinión, de manifiesto que ambas son importantes, ambas están en ocasiones ligadas, ambas deben estar reguladas y, punto importante, adecuadamente dotadas tanto en personal como presupuestariamente.
    De todo podemos sacar un aprendizaje. No olvidemos los problemas que hemos tenido, las soluciones que han funcionado, los errores cometidos, si los hay, y sus soluciones. Realizemos una evaluación de riesgos para posibles futuras crisis y planifiquemos sus posibles respuestas. Sostenibles, flexibles, sensatas y compartidas. Superando los límites del servicio, hospital, sistema de salud e incluso de países. Hemos aprendido que las crisis superan estas barreras y las soluciones deben hacerlo también.
    Después de que la población haya estado un mes aplaudiendo se merece que se preste más atención a su seguridad. A la seguridad de todos los que aplaudían, yo entre ellos, estemos en el papel de profesional o de paciente, porque todos somos personas.

  4. Ignacio González 17 abril, 2020 at 8:27 am

    Felicidades por el artículo al doctor Tomás, y también a los que han comentado. Yo no pertenezco al ámbito de la medicina, soy un simple trabajador. Pero me ha sorprendido para bien, todo el esfuerzo que se hace para garantizar, incluso en estos tiempos tan aciagos, la seguridad del paciente. También se percibe toda la tension que debe generar tratar a un paciente con covid 19. Tener que tomar obligatoriamente decisiones éticamente complejas y discutibles, con las consecuencias que se mencionan, debe ser durísimo. Sólo puedo agradecer el gigantesco esfuerzo de toda la comunidad sanitaria, y desearles mucha salud a ustedes, que se la juegan cada día. Todos mis respetos y admiración.

    Ignacio González

  5. El gran problema de la seguridad de paciente a mi entender es que la asumimos como una cultura a implementar aparte. Es un concepto que parece complementario a la práctica clínica o asistencial cunado no debiera ser así. Debería ser la primera asignatura a aprender en las universidades. Antes de tratar, cuidar debemos….. No al revés. Mientras no entendamos esto , la seguridad a paciente será una asignatura más, algo en lo que tenemos que pensar a veces, nunca algo indispensable para que nuestra intervención sea la que sea tenga cuando menos, la mínima repercusión negativa a las personas que atendemos

  6. […] tienes más interés  sobre el tema puedes consultar el artículo Reflexiones sobre la Seguridad del Paciente en plena epidemia del covid-19  del Dr. Santiago Tomás publicado en […]

  7. Demasiado tarde…
    desde que se desarrollo el concepto d la seg del pte abundan articuos, revistas, simposiso..y que Dios me perdone..ninguno toca lo medular
    seh transformado en una especie de mantra que invoca a algun ser superior que no aparece.Y el permanente rito de compara conla aviacion
    no puede haber dos disciplinas mas diferentes en su manejo
    desde el control y formcion y reposo obligatorio del personal aeroenautico a las exigencias y control de los aviones.
    cualquier parecido es obra de la casualidad-
    El capital humano:medicos enfermeras ,tecnicos son esenciales.reciben toda la informacion y formacion necesaria en su carrera?son evaludos psicologicamente y fisicamente? se respeta su condicion humana o estan siendo sometidos permanentementea manoseos laborales, a contratos miserables, a la ausencia de estimulos y formacion profesional.
    todos sabemos la respuesta.pero no se ha desarrollado ninguna accion desde el vamos
    La organizacion de los servicios de salud merece un capitulo aparte..hay mucho paño para cortar..
    y finalmente que tipo de sanidd ofrece cada pais..EEUU deja morir a quines no tiene seguro..o seguros pequeños, Inglaterra tiene un aseguro gratuito pero con muchisima fallasq que no se han preocupado por solucionar-

  8. El tema de las residencias también merece capítulo aparte. La seguridad del paciente en nuestro país ha mirado hacia otro lado en los últimos 15 años. La atención hospitalaria y la atención primaria ha sido el foco principal, pero el sector sociosanitario no ha sido prioritario (salvo si obviamos la publicación del estudio EARCAS en el año…..). Desde entonces las acciones de la administración han estado dirigidas y enfocadas hacia los dos principales niveles asistenciales sin prestar atención/sin priorizar otro sector que estaba creciendo paralelamente con el envejecimiento de la población: el sector sociosanitario y las residencias de ancianos.
    Las transferencias sanitarias han dado lugar a que las CCAA hayan gestionado durante estos años la asistencia a todos estos recursos. Cualquier excusa que aparezca en estos momentos no les exime de ninguna responsabilidad, al contrario…
    Algunas de las CCAA, preocupadas por la seguridad del paciente, establecieron en los últimos años criterios de calidad o de mínimos a cumplir en la atención especializada y/o en la atención primaria; sin embargo, en ningún caso se establecieron unos mínimos en el sector residencial y sociosanitario: tan solo se preocuparon algunos de exigir o premiar unas estancias máximas o unas buenas codificaciones diagnósticas. Nada más, ni ratios de personal ni condiciones sanitarias mínimas para asegurar la salude nuestros mayores en dichos establecimientos..
    En el documento “Estrategia de Seguridad del Paciente del Sistema Nacional de Salud 2015-2020” editado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se proponía, como una prioridad, asegurar la prevención de los riesgos derivados de la asistencia prestada en el entorno geriátrico y sociosanitario. Sin embargo, el desarrollo de todo ello ha sido casi una utopía como ha quedado de manifiesto ahora con el covid-19
    A costa de parecer oportunista, nada más lejos de la realidad, en el año 2017 FIDISP presentó el proyecto GEREAS: Se trataba de un programa de acceso voluntario de evaluación de la seguridad del paciente (siguiendo el modelo de evaluación continua de la calidad EFQM) adaptado al ámbito sociosanitario y residencial. Su objetivo era conocer la situación actual de los centros, promover la gestión de riesgos asistenciales y detectar los aspectos de mejora de la calidad en los centros residenciales y sociosanitarios, aportando, además unr reconocimiento a los centros que se acogieran, como valor añadido de garantía para sus usuarios y familiares. El proyecto era gratuito para los centros, buscándose financiación entre entidades privadas (algunas aseguradoras…) , patronales y subvenciones públicas sin conseguirse ningún interés ni apoyo. Incluso llegó a realizarse una campaña de crowdfunding, sin éxito. Tan solo un centro residencial privado (de La Rioja por cierto) mostró interés, así como pudimos realizar algunas actividades formativas presenciales y online. La falta de interés mostrado por quienes correspondían impidió se pudiera tirar adelante. Probablemente hubiera podido destapar algunos deficits en los que hubieran podido participar, tal vez alguno hubiera hecho alguna acción de mejora y quizá algún caso pudiera haberse evitado…. pero la realidad y el diagnóstico es el que es: un desinterés por mejorar las condiciones de las residencias.
    Tal vez salgan ahora muchos movimientos oportunistas -estos sí, a toro pasado es fácil- que marquen programas e incluso normativas o leyes. pero el mal ya está hecho

  9. Resumen de reflexiones o vivencias recibidas por correo electrónico (luchacovid19@fidisp.org) a través del boletín de Fidisp y/o de la encuesta que está en marcha:

    – Sobrediagnostico realizado por radiólogos , en las rx de tórax informadas como neumonía en el contexto de la pandemia, con los sobretratamientos que conllevan (sin evidencia sólida y los múltiples efectos secundarios). Se necesitará ver próximos motivos de consulta y su posible correlación con los tratamientos realizados.
    – Sensibilidad de las PCR y test rápidos. Pacientes con clínica claramente compatible y TAC torácico compatible y pruebas de laboratorio repetidamente negativas.
    – Deberian hacer cribaje a todo el personal y pacientes para no mezclar pacientes positivos con negativos e igual con los sanitarios.
    – Muestras de comportamientos poco profesionales a causa de la ansiedad o el miedo que han afectado al ambiente de trabajo .
    – Sanitarios convertidos en segundas víctimas por haber perdido familiares directos por culpa del covid19
    – Estrés de sanitarios por temor a contagiar a sus propios familiares al convivir con ellos
    – Situaciones de hostilidad laboral

  10. Interesante aplicación de la teoría del queso Suizo aplicada a la gestión de la pandemia covid19

    https://www.linkedin.com/pulse/covid19-y-el-queso-suizo-rafa-bengoa/

    La imágen de las lonchas del queso no tienen desperdicio…

  11. Que buen resumen de lo que sucede en el mundo en este momento
    Por eso bien lo dijo William Osler :
    La medicina es la ciencia de la incertidumbre y el arte de la probabilidad
    Lo fue
    Lo es
    Y
    Lo seguirá siendo

  12. Temas y areas nuevas interesantes (“Oportunidades”) que nos ha proporcionado el coronavirus y que marcarán el cambio en los sistemas sanitarios:
    – la telemedicina: visitas virtuales con los pacientes…. ¿cuáles serán sus pros y sus riesgos?…. ofertar visitas no presenciales….
    – el trabajo en equipo y la coordinación entre niveles y profesionales: aumento de la seguridad entre todos, ¿se mantendrán o seguirán mejorandose?
    – materiales y suministros: innovación en búsqueda de soluciones ¿pros y riesgos?
    – reducción de exploraciones innecesarias e indirectamente disminución del riesgo del sobrediagnóstico….¿será posible?

  13. Magnifico artículo a mi parecer. La gestión de la seguridad de pacientes engloba las estructuras organizativas desde la AP hasta los quirofanos pero los sistemas de notificación de eventos adversos deben ser gestionados por equipos con capacidad ejecutiva en las decisiones tras su análisis. Se respaldan los grupos de seguridad de pacientes???No. Nunca lo suficiente . Los responsables de calidad y seguridad se ven como filósofos teóricos.

  14. JHON HOWARD HERNANDEZ OSORIO 8 mayo, 2020 at 6:00 am

    excelente articulo para mi es un placer leerlo soy especialista en seguridad del paciente hace muy poco me gradué y pienso que la seguridad del paciente esta infravalorada por los profesionales de la salud desde mi experiencia clínica considero que hace falta mas disciplina por parte del personal ya no es cuestión de implementar una cantidad de protocolos y guías las cuales ni siquiera saben que están o no las han leído no hay actitud por hacer las cosas bien los países como Colombia gozan del resabio arraigado a la mediocridad y la falta de empoderamiento del conocimiento por aquel que dice ser profesional es de notar el comentario “la mejor campaña se lavado de manos es en el 2020” esto refleja la letra con sangre y miedo entra para analizar soy de los que practica la disciplina por encima de todo un saludo mil gracias por el articulo

  15. Me pareció excelente el artículo resume todo y pone en el centro al profesional sanitario que cuida mientras todo el sistema sigue sin protegerlo
    Brillante
    Gracias por difundirlo
    Ana Fajreldines fajreldinesa@hmail.com

  16. MILTON FALCON PEZO 19 agosto, 2020 at 4:22 am

    1. Respecto a si estamos siguiendo unas prácticas seguras con el uso de la medicación
    A la luz de las evidencias y la experiencia se observa que No se están siguiendo practicas seguras en la utilización de medicamentos, tal es el caso de la utilización, por ejemplo, de la Hidroxicloroquina, al respecto el INS ha realizado una revisión rápida sobre la efectividad y seguridad de dicho medicamento, y concluye que: No se evidenció un efecto benéfico de la hidroxicloroquina sobre la conversión negativa del RTPCR para SARS-CoV-2 .
    Del mismo modo el MINSA se mantiene cauto al emitir recomendaciones sobre el particular e incluso sobre el manejo farmacológico en general, al modificar (a mi entender, al rectificarse) el tratamiento especificado en la R.M. N° 270-2020-MINSA, en la que reconoce que no hay evidencia clínica de manejo farmacológico del COVID-19 , sin embargo ello abre un gran agujero para el uso y la prescripción indiscriminada e irracional, incluso poco profesional, de fármacos por parte de los profesionales médicos que basado en su “experiencia clínica” o su “sapiencia” o “trayectoria” hacen mal uso de los medicamentos y generan gran daño a los pacientes, muchos de ellos ocultados.

    2. Respecto a si se ha mejorado el seguimiento y monitorización del paciente COVID-19
    No se ha mejorado el seguimiento clínico y monitorización del paciente con COVID-19, en la práctica diaria se observa que las Unidades Ejecutoras aún no han dispuesto de manera efectiva los equipos de seguimiento clínico. Es preciso señalar que el seguimiento clínico recomendado hasta el alta, sin embargo, se observa que los pacientes necesitan manejo y seguimiento clínico incluso después del alta de COVID-19 (que generalmente es 14 días), puesto que se reportan signos/síntomas que requieren manejo médico hasta meses después.
    3. Respecto a si es necesario que separarse en los hospitales los pacientes Covid-19 negativos
    La clasificación epidemiológica respecto a COVID pueden ser: Confirmado y Sospechoso , y caso descartado. Al respecto se sabe que los casos confirmados y sospechosos deben ser manejados como positivos, no por ello se debe exponerlos mutuamente al contagio, por el evidente riesgo de infección en los posibles negativos. Si embargo estos criterios han sido bastante pertinentes en la fase de mitigación y contención. En la fase de trasmisión comunitaria y sostenida en la que nos encontramos en la actualidad, todos los pacientes deben ser consideraros, mas que antes, como potenciales positivos, pero no solo ello, además cada hospital debe evaluar la pertinencia de mantener instalaciones hospitalarias separadas de los COVID con los NO COVID, esta valoración debe estar en función de los recursos humanos, económicos, logísticos e infraestructura disponibles, pero sobre todo debe considerarse la incidencia de casos en el distrito de influencia, la letalidad y la disponibilidad de camas hospitalarias – UCI COVID y NO COVID, es decir si vale la pena mantener tanto despliegue de recursos para atender bajo el mismo riesgo.

    4. Sobre se debemos considerar los efectos secundarios de las terapias realizadas como eventos adversos o bien son daños intrínsecos a las mismas que no se han de considerar como iatrogenia
    Al respecto debo señalar lo siguiente:
    1. Es necesario implementar el seguimiento clínico tardío (posterior al alta de 14 días o al alta hospitalaria) a los pacientes COVID a fin de dar tratamiento de soporte.
    2. Es necesario implementar el monitoreo y seguimiento de los efectos secundarios o adversos (seguimiento de cohortes) de los pacientes que recibieron tratamiento farmacológico no recomendado (Azitromicina, Ivermectina, Hidroxicloroquina, corticoides)
    3. Iniciar proceso de investigación administrativo a los profesionales que prescriben medicamentos sin evidencia clínica a fin de determinar si existen intereses particulares (económicos) detrás de la prescripción de fármacos no autorizados.

  17. Muchas gracias al Dr. Tomás por el excelente artículo, que muchos de los que trabajamos en el área de calidad o la inmensa mayoría podríamos reescribir porque lo compartimos en su gran totalidad.
    Me atrevo a incorporar un mensaje de aliento, sobre los avances conseguidos en la cultura de seguridad en los centros sanitarios en los últimos años. Era largo el camino desde su inicio…. eran muchos y grandes los agujeros iniciales que han sido en los últimos años reducidos por el esfuerzo y el compromiso de muchos profesionales sanitarios a pesar de las complicadas situaciones …
    Comparto la necesidad de impulsar un cambio cualitativo y cuantitativo, un cambio que obedezca a esta nueva realidad COVID-19 y que permita incorporar las propuestas de los profesionales y de los pacientes para que, comprometidos con la seguridad del paciente y en consecuencia también con la seguridad de los profesionales, avancemos hacia un sistema sanitario más seguro en el que las propuestas que apuntáis posiblemente nos ayudarán a tapar esos “movedizos agujeros” de nuestro queso gruyere”.
    Tenemos mucho trabajo por delante, y no será fácil, este será nuestro reto, demostrar que mejorar la seguridad del paciente, con el paciente en el eje del sistema sanitario, es posible, y sobre todo, es imprescindible, y como siempre, los profesionales seguiremos alimentando el motor, incorporando cada vez más ideas, más y mejores iniciativas!
    En esta etapa de rebrotes, en los que sigue habiendo personas que “no se lo toman en serio”, ¿qué ocurre con nuestra comunicación?.., ¿está siendo clara?, ¿falla el canal?, ¿falla el mensaje?.. Algo debe estar fallando… una reflexión nos conducirá hacia una oportunidad de éxito!
    Gracias por este artículo al Dr. Tomás y a todos los que ofrecéis los comentarios, que expresáis en voz alta lo que muchos pensamos en silencio..

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